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De amantes y de canarios




Hoy por fin me marcho de vacaciones y antes de salir de casa doy un último vistazo para comprobar que todo está correcto. El gas cerrado, el agua cerrada, ventanas y puertas OK. Llamo por última vez a mi hermano para recordarle que tiene que pasar a regarme las plantas y a ponerles la comida y limpiarles las jaulas a mis preciosos canarios.

Adoro a estos pájaros, y me cuesta separarme de ellos durante tantos días. Por último, cojo mi portátil y apago el wifi para que se joda el cabrón de mi vecino que además de ser el tipo más agrio de toda la finca, porque jamás me saluda ni me piropea como el resto, siempre está conectado por el morro a mi router.

Me marcho unas semanas al apartamento de la playa para descansar un poco del stress diario y con la esperanza de poder conectarme allí a alguna red para poder hablar con mi amante virtual, ese hombre misterioso con el que desde hace unos días prácticamente follamos todas las noches a través de las palabras. Estoy bastante colgada por él, lo reconozco, y lo primero que hago al llegar al apartamento es comprobar si tengo conexión a Internet. ¡¡Si!! Todo funciona correctamente. Dejo el portátil conectado mientras termino de instalar mis cosas y de vez en cuando miro el correo para ver si me ha escrito algo… es raro, a estas horas normalmente ya me ha escrito unos cuantos mails y hoy todavía no he recibido nada. Estoy conectada toda la noche al Messenger esperando que aparezca como todos los días, pero no hay ni rastro de él.

Estoy de muy mala leche, seguramente, el cabrón ya encontró a otra con la que pajearse mejor que yo. Al cabo de cuatro días recibo por fin un correo de él. Os lo leo:

Perdóname por no haberte escrito en estos días, la hija de puta de mi vecina se marchó de vacaciones y desconectó su wifi seguramente para joderme. Ya ves tú que más le dará a esa zorra engreída que use su red si ella no está en casa. Pero para otra vez se acordará de mí porque descolgándome por el balcón entré en su casa y me cargué a todos sus putos canarios.

A los pocos minutos me llama mi hermano al móvil… pero prefiero no descolgar.


Sinuhé

duDAplicidad




“Una vez oí el relato de un hombre

que se dividió en dos.

Una parte nunca cambió;

la otra creció y creció.

La parte que no cambió siempre fue fiel,

la parte creciente, siempre fue nueva;

y yo me pregunté, cuando terminó el relato,

qué parte era yo y qué parte eras tú”

Perro fiel




A un hombre le regalaron un perro, al que quería mucho.

El perro iba con él a todas partes, pero el hombre no pudo enseñarle a hacer nada útil.

El perro no recogía cosas ni rastreaba, no corría, ni protegía, ni montaba guardia.

Se sentaba a su lado y le miraba, siempre con la misma expresión inescrutable.

“Eso no es un perro, es un lobo”, dijo la esposa del hombre.

“Solo me es fiel a mí”, respondió él.

Un día el hombre se llevó al perro con él en su avión privado y mientras volaban sobre cumbres nevadas los motores fallaron y el avión se hizo pedazos entre los árboles.

El hombre yacía sangrante con el vientre abierto por esquilar de metal; el vapor brotaba de su cuerpo en el aire frío, pero en lo único que podía pensar era en su perro fiel.

¿Estaba vivo? ¿Estaba herido?

Imaginad su alivio cuando el perro apareció chapoteando y lo observó con la mirada fija de siempre.

Al cabo de una hora, el perro olisqueó el ab domen abierto del hombre y luego empezó a sacarle los intestinos y el bazo y el hígado y a comérselos sin dejar de estudiar la cara del hombre.

“Gracias a Dios”, dijo el hombre. “Al menos uno de nosotros no morirá de hambre”



de Los susurros divinos de Han Qing-jao