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Tempus fugit

Dentro de ti tu edad
creciendo,
dentro de mí mi edad
andando.


El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo rio,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.


Sube el tiempo
sus hilos
a tu pelo,
pero en mi corazón
como una madreselva
es tu fragancia,
viviente como el fuego.


Es bello
como lo que vivimos
envejecer viviendo.
Cada día
fue piedra transparente,
cada noche
para nosotros fue una rosa negra,
y este surco en tu rostro o en el mío
son piedra o flor,
recuerdo de un relámpago.


Mis ojos se han gastado en tu hermosura,
pero tú eres mis ojos.
Yo fatigué tal vez bajo mis besos
tu pecho duplicado,
pero todos han visto en mi alegría
tu resplandor secreto.



Amor, qué importa
que el tiempo,
el mismo que elevó como dos llamas
o espigas paralelas
mi cuerpo y tu dulzura,
mañana los mantenga
o los desgrane
y con sus mismos dedos invisibles
borre la identidad que nos separa
dándonos la victoria
de un solo ser final bajo la tierra.


Pablo Neruda

Una historia diferente


Como últimamente me salen más fotos que letras os dejo una de ellas.
Espero que os guste, va por vosotros.

Sueñtos



¡No creas que me has vencido!
Esta noche... nos veremos de nuevo las caras.

(Sueñto: Dígase de ese estado nocturno en el que los cuentos y los sueños se dejan ver en las involuntarias sonrisas del subconsciente)

El juramento



Y juramos solemnemente, ante esta piruleta y esta mariposa gigante que, de mayores,

seguiremos siendo niños inconscientes o, en su defecto,

adultos a medio terminar.

Dale vida a tus sueños




Dale vida a los sueños que alimentan el alma,

no los confundas nunca con realidades vanas.

Y aunque tu mente sienta necesidad humana,

de conseguir las metas y de escalar montañas,

nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.


Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,

no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,

no les rompas las alas, que son de fantasía,

y déjalos que vuelen contigo en compañía.


Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,

tocarás las estrellas y el viento, susurrando,

te contara secretos que para ti ha guardado

y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,

del alma que despierta para estar a tu lado.


Dale vida a los sueños que tienes escondidos,

descubrirás que puedes vivir estos momentos

con los ojos abiertos y los miedos dormidos,

con los ojos cerrados y los sueños despiertos…


**

Vaya este poema del maestro Benedetti y esta imagen de cosecha propia para MªJosé, mi hermana virtual, que de esto de soñar... sabe un rato.

Ojos cósmicos


Y ahí están las acuosas y azuladas galáxias
contemplándome, como cada noche,
desde la esquina más oscura de mi cama.



De ranas y de princesas

Erase una vez en un lugar muy lejano que había un reino. Un reino llamado imposible. En dicho reino, como en todos los reinos de los cuentos había un castillo, y en el castillo una bella princesa. El rey, viendo que su hija ya tenía edad para desposarse convocó a todos los príncipes de los reinos, cercanos y lejanos, para que su hija eligiera a su nuevo esposo.


La princesa, a la que desde pequeña se le había preparado para este momento, no se sentía feliz y lloraba en silencio porque no deseaba casarse. Lo que la princesa anhelaba era vivir en total libertad, sin ataduras de ningún tipo y sin tener que pasar el resto de los días enclaustrada en algún castillo.


Llegado el día de la elección, los apuestos príncipes esperaban en la gran sala de recepciones del castillo la aparición de la joven princesa. Pero la princesa, obedeciendo a su corazón y no a las reglas, decidió escapar del castillo y corrió adentrándose en los bosques sin saber muy bien hacia dónde ir. Llegó a un gran claro del bosque, donde un pequeño riachuelo había formado una gran charca, y donde las ranas croaban despreocupadas hipnotizando a las desprevenidas libélulas, que eran cazadas para alegría y gozo de las primeras. La princesa, se sentó a descansar en una roca junto a la charca y el cálido sol y el suave zumbido de los insectos hicieronla dormirse plácidamente. Mientras soñaba con imposibles libertades notó que algo rozaba sus labios y al abrir los ojos, observó que una rana la miraba fijamente a pocos centímetros de su rostro. Aquella no era una rana común, tenía unos enormes ojos azules, profundos y misteriosos que la miraban con expresión suplicante y desafiante a la vez. La princesa recordó los cuentos que de pequeña le contaba su madre, en los que ranas hechizadas se convertían en príncipes azules al ser besados por princesas.


Pensó unos instantes en la estupidez de creer en aquellos cuentos y con una triste sonrisa cogió en sus manos a la rana, dispuesta con aquel gesto a enterrar su infancia y su adolescencia y a admitir que su futuro estaba ya escrito y que no podía luchar contra eso. Cerrando los ojos, acercó la rana a sus labios y le dio un suave beso. En ese instante mil destellos de colores explotaron en su interior y todas las sensaciones posibles que se pueden experimentar recorrieron su piel y sus entrañas como un llameante ciclón. Lentamente, abrió los ojos y volvió a ver a la rana de mágicos ojos observándola sonriente. La princesa, sintiéndose extrañada por las sensaciones que había sentido, se arrimó al borde de la roca y observó su rostro en el reflejo del agua. Lo que vio no la asustó si no que la dejó maravillada. Una bella ranita se reflejaba ahora en las cristalinas aguas. La rana de los ojos azules se puso a su lado y suavemente le susurró al oído…bienvenida princesa, al reino de la libertad.

Sinuhé(Reeditions)

De amantes y de canarios




Hoy por fin me marcho de vacaciones y antes de salir de casa doy un último vistazo para comprobar que todo está correcto. El gas cerrado, el agua cerrada, ventanas y puertas OK. Llamo por última vez a mi hermano para recordarle que tiene que pasar a regarme las plantas y a ponerles la comida y limpiarles las jaulas a mis preciosos canarios.

Adoro a estos pájaros, y me cuesta separarme de ellos durante tantos días. Por último, cojo mi portátil y apago el wifi para que se joda el cabrón de mi vecino que además de ser el tipo más agrio de toda la finca, porque jamás me saluda ni me piropea como el resto, siempre está conectado por el morro a mi router.

Me marcho unas semanas al apartamento de la playa para descansar un poco del stress diario y con la esperanza de poder conectarme allí a alguna red para poder hablar con mi amante virtual, ese hombre misterioso con el que desde hace unos días prácticamente follamos todas las noches a través de las palabras. Estoy bastante colgada por él, lo reconozco, y lo primero que hago al llegar al apartamento es comprobar si tengo conexión a Internet. ¡¡Si!! Todo funciona correctamente. Dejo el portátil conectado mientras termino de instalar mis cosas y de vez en cuando miro el correo para ver si me ha escrito algo… es raro, a estas horas normalmente ya me ha escrito unos cuantos mails y hoy todavía no he recibido nada. Estoy conectada toda la noche al Messenger esperando que aparezca como todos los días, pero no hay ni rastro de él.

Estoy de muy mala leche, seguramente, el cabrón ya encontró a otra con la que pajearse mejor que yo. Al cabo de cuatro días recibo por fin un correo de él. Os lo leo:

Perdóname por no haberte escrito en estos días, la hija de puta de mi vecina se marchó de vacaciones y desconectó su wifi seguramente para joderme. Ya ves tú que más le dará a esa zorra engreída que use su red si ella no está en casa. Pero para otra vez se acordará de mí porque descolgándome por el balcón entré en su casa y me cargué a todos sus putos canarios.

A los pocos minutos me llama mi hermano al móvil… pero prefiero no descolgar.


Sinuhé

duDAplicidad




“Una vez oí el relato de un hombre

que se dividió en dos.

Una parte nunca cambió;

la otra creció y creció.

La parte que no cambió siempre fue fiel,

la parte creciente, siempre fue nueva;

y yo me pregunté, cuando terminó el relato,

qué parte era yo y qué parte eras tú”

Perro fiel




A un hombre le regalaron un perro, al que quería mucho.

El perro iba con él a todas partes, pero el hombre no pudo enseñarle a hacer nada útil.

El perro no recogía cosas ni rastreaba, no corría, ni protegía, ni montaba guardia.

Se sentaba a su lado y le miraba, siempre con la misma expresión inescrutable.

“Eso no es un perro, es un lobo”, dijo la esposa del hombre.

“Solo me es fiel a mí”, respondió él.

Un día el hombre se llevó al perro con él en su avión privado y mientras volaban sobre cumbres nevadas los motores fallaron y el avión se hizo pedazos entre los árboles.

El hombre yacía sangrante con el vientre abierto por esquilar de metal; el vapor brotaba de su cuerpo en el aire frío, pero en lo único que podía pensar era en su perro fiel.

¿Estaba vivo? ¿Estaba herido?

Imaginad su alivio cuando el perro apareció chapoteando y lo observó con la mirada fija de siempre.

Al cabo de una hora, el perro olisqueó el ab domen abierto del hombre y luego empezó a sacarle los intestinos y el bazo y el hígado y a comérselos sin dejar de estudiar la cara del hombre.

“Gracias a Dios”, dijo el hombre. “Al menos uno de nosotros no morirá de hambre”



de Los susurros divinos de Han Qing-jao