Fotografía de Norm Murray


ESPUMA


Tú… sentirás mi nocturna llamada y en sonámbulos movimientos arrastrarás tus pies descalzos hasta la playa. Solo la noche será testigo de cómo mis dedos, convertidos en viento cálido de poniente, deslizarán impacientes tu camisón sobre la curvatura de tus hombros. Atravesarás desnuda las cálidas dunas que separan tu cama del calmo océano y, con los ojos cerrados, te dejarás llevar guiándote tan solo por la música de mis latidos.

Yo… en mi lejana playa, con mis propias caricias desataré tus deseos y, con mi primer gemido, partirán veloces mis gaviotas en tu búsqueda.
Tú… fundiéndote con la arena, susurrarás mi nombre con cada embestida de mar contra tu pelvis. Tu cuerpo se convertirá en marea y. la atracción de la luna, cómplice amiga de nuestros secretos, balanceará con dulzura tus pechos. La humedad del mar y de tu sexo, se aliarán deshaciéndote como papel de seda y cuando mis gaviotas se posen en tus caderas… serás ya blanca espuma.

Yo… como en una plateada tela de araña, sentiré entre mis piernas las vibraciones de tu vientre y cuando grite tu nombre, en la noche, recorrerás los océanos hasta mis brazos.

Con el poder del aire que crean sus alas, las gaviotas, volando raso, moverán tu espuma sobre las olas y al final de su viaje te dejarán mansa sobre mis manos.
Moldearé de nuevo tu cuerpo y te amaré en la noche y el mar y, cuando despunte el alba, sobre tu lecho, solo encontrarán montoncitos de sal.

Al día siguiente, los pescadores se preguntarán… ¿Porqué el agua está hoy tan dulce?… ¿Dónde estará la sal? Mil contestaciones darán, pero jamás nadie imaginará que aquella noche… la dulce miel de tus labios, endulzó para siempre el mar.




Sinuhé (Reeditions)