Como detalle al pequeño homenaje que me habeis hecho publicando vuestros relatos. Os dejo el que escribí hace un tiempo y que fué el principio de toda esta historia. A veces no hay palabras para expresar lo que uno siente, de modo que, en lugar de palabras rebuscadas, os regalo a todos mis libélulas personales.




LIBELULAS EN EL TECHO



Algunos días... al despertar, encontraba en mi habitación libélulas de colores revoloteando por el techo…otros, pequeñas mariposas de largas antenas.
Intrigado, decidí investigar el misterio y pasé varias noches en vela intentando averiguar por donde se colaban aquellos seres, pero no obtuve resultados y en esas mañanas no encontré más que el frescor burlón de la madrugada.


Hasta que una noche, me hinchaste de amor de tal manera que mi sangre tuvo que desechar las moléculas del sueño para hacer hueco a tus contorneados átomos del sexo, que apretaditos, inundaron todo mi ser.

Y allí estabas tú, abrazadita a mi cuerpo insomne y sonriente.
Y allí estaba yo, a las cuatro y doce de la madrugada, observando tu suave piel bajo el reflejo
de la luz de la luna que se colaba insolente por la ventana.

Andaba sumido en mis ensoñaciones sobre los parecidos de las curvas de tu cuerpo con las dunas del desierto cuando escuché el zumbido leve de un mosquito, y guiándome por el oído lo vi posarse en mi pierna, por no moverme y perturbar tu sueño, dejé que me picara y observé como absorbía un poquito de mi sangre enamorada.

A los pocos segundos... el mosquito comenzó a brillar con blanca luminiscencia y su pequeño cuerpo se fué metamorfoseando lentamente… se le estiró el cuerpo… se le agrandaron las alas…y, lentamente, cambio de color hasta convertirse en una libélula de brillantes matices metálicos.

Feliz y satisfecho sonreí en la madrugada, pues ya había descubierto el misterio.
Y ahora… en las templadas noches de primavera, cuando a través de tus besos introduces sobredosis de amor en mis venas, me dedico absorto a contemplar mosquitos y a observar maravillado como, mágicamente, se transforman en mágicas libélulas y en pequeñas mariposas blancas de largas antenas.


Sinuhé