Como soy un manitas, inventé una máquina del tiempo, con el único perjuicio de que solo valía para un par de usos. Tras reflexionar un poco, decidí viajar treinta años hacia el pasado, y me reencontré conmigo mismo cuando tenía tres añitos. Allí delante de mí, pensé que si matase a aquel niño, en ese mismo instante mi yo actual se esfumaría ante la imposibilidad de haber existido. Retorné de nuevo al presente. A los pocos días decidí viajar treinta años en el futuro, cuando llegué allí observé que lo único que conocía era un viejo roble que estaba exactamente igual que en el presente, con mi navaja marqué mi nombre y retorné al presente con la esperanza de ver mi nombre en aquel árbol treinta años después. Cuando llegó el verano, en una tormenta, un rayo cayó sobre el roble y ardió por completo. Los operarios del ayuntamiento lo talaron a los pocos días. Entonces...me pregunté....


Sinuhé